miércoles, 27 de julio de 2011

LA DISCAPACIDAD COGNITIVA, UNA REALIDAD QUE NO ACEPTA EXCLUSIÓN Diego Fernando, un ejemplo de superación

La llegada de otro tiempo de frío o sol intenso y el tic tac de su reloj mañanero, son la mejor noticia para Diego. Con el día nuevo, terminan la ansiedad y los desvelos. Deja sus mantas y se alista para cumplir la cita más importante de su vida. La disciplina de todos los días, es la muestra de vitalidad y energía que acompaña su labor.

Como todos, Diego también es dueño de su propia historia. Nació en Cali y desde muy temprana edad sufrió de la soledad, la ausencia de atención, de juegos infantiles, de consentimiento familiar. La causa, su condición. El diagnostico, discapacidad cognitiva. De Cali a Bogotá, de Bogotá a Cali sin hogar, sin espacio propio, sin amigos y a veces hasta sin mamá y sin papá, han sido los fantasmas que ha tenido que derrotar.

Su exclusión social lo condenaba a una vida de infelicidad, hasta que el portón de los sueños se abrió y llegó la gran noticia…la decisión de su hermana Sonia de hacerse cargo de él, de guiarlo, de brindarle un hogar.

“…Dieguito siempre demostró su discapacidad. Yo lo note desde un comienzo sobre todo cuando se demoró para empezar a caminar, hablar, o para estudiar. Que me acuerde, el problema se hizo más notable después de que, siendo muy pequeño, lo atropello una moto en Cali, tenía entre ocho y nueve años cuando ocurrió el accidente. Fue brutal!!

Él es una de las 60 personas que la Secretaria Distrital de Integración Social ha logrado incluir a través de sus operadores externos en actividades laborales. El trabajo de fortalecimiento integral, ha permitido la apertura de espacios de vinculación para personas adultas en condición de vulnerabilidad. Actualmente Diego es vendedor, logístico, su oficio preferido, y bodeguero en un café exclusivo del norte de Bogotá.

Luego de una sobresaliente formación, Diego se atrevió a exponer su nombre y condición, se sometió a concursos, pruebas, hasta que ganó. Desde entonces, este luchador de la vida demuestra que su trabajo en el cafè no es un accidente; es un acto de fe, de confianza y de ganas de crecer.

Llegar antes de las 9 am para atender la tienda, es su prioridad. Como todos los días, Diego esperará el saludo de los visitantes y el reconocimiento por su desempeño. Sale, se despide y abandona su residencia, una hora después, yace en su segundo hogar, enfrentando clientes, muchos de ellos ya conocidos pero no por eso, menos exigentes. Sus compañeros lo reciben con simpatía, mientras su jefe lo anima, Vamos Diego, hoy tenemos que ser los mejores…!!

Sus actos no denotan discapacidad. Corre, se estresa, nunca para de trabajar. Ahora, la vida de este hincha del equipo rojo de Cali, es otra. Ya no es una carga en su hogar donde cumple tareas obligatorias como lavar los platos o barrer. Nadie lo supervisa. Hoy es un soporte y apoyo económico para las otras tres personas y dos canes, con quienes comparte habitación.

Su hermana Sonia, la redentora que le tendió la mano, no oculta su admiración. Cuenta que de Diego le encanta su independencia, demostrar que podía emplearse, el empuje y la verraquera. También se lo goza, lo aconseja y le celebra cuando en medio de su inocencia, le escucha decir por alguna programada reunión, “Sonia, esta noche no me esperen en la casa”.

Ida la tarde, Diego volverá a su techo, descansará en su lecho, estará en su hogar. Pero al día siguiente despertará con la esperanza viva de luchar, convertirse en el mejor barista colombiano, trabajar en un Juan Valdez de otro país y demostrar que su discapacidad cognitiva no acepta discriminación. Por el contrario, ser testimonio de grandeza y valor. “Con decirle que la evolución de Diego es tanta, que antes era un niño mío, ahora, es el hombre de la casa” concluye Sonia con satisfacción.

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